Se acabaron los días oscuros, fríos y nublados. Se acabó abandonar la calidez de las sábanas y refugiarse en una bata. Se acabó poner un pie bajo la cama y estremecerse por la frialdad de una baldosa. Se acabó levantase y descubrir un cielo gris, llorando la ausencia de color.
Empiezo el día sin saber si hará bueno o malo. Es temprano y pensar qué ropa usar resulta en vano. Días claros o nublados varían sin cesar. Pero todos, sean fríos o cálidos, traen rocío matutino y el frescor de madrugada, invitando a rescatar ciertas prendas de abrigar.
Adoro tantas cosas...
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