Me levanto sientiendo la frescura matutina pero... no tengo frío, ¡genial!
Se acabaron los días oscuros, fríos y nublados. Se acabó abandonar la calidez de las sábanas y refugiarse en una bata. Se acabó poner un pie bajo la cama y estremecerse por la frialdad de una baldosa. Se acabó levantase y descubrir un cielo gris, llorando la ausencia de color.
Empiezo el día sin saber si hará bueno o malo. Es temprano y pensar qué ropa usar resulta en vano. Días claros o nublados varían sin cesar. Pero todos, sean fríos o cálidos, traen rocío matutino y el frescor de madrugada, invitando a rescatar ciertas prendas de abrigar.
Adoro las horas extra de calor, sol y claridad, inyección de alegría y vitalidad. Adoro sentir el cielo azul y los pájaros en libertad. Adoro la sensación de ir desnuda, bailando sola en intimidad. Adoro las visitas a la playa, la fragancia del mar y de la crema solar. Adoro extender el brazo y sentir el viento entre mis dedos.
Adoro tantas cosas...
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